[...] Como ya he dicho, hay muchas teorías que hablan sobre el por qué de nuestro advenimiento en la humanidad, cuál es nuestro papel y cuál será nuestro destino final; a pesar de todos esos teóricos, nadie sabe nada en realidad, créeme, he hablado con muchos láwqa en muchos tiempos distintos. Hay otro asuntillo que deberías saber –sobretodo si eres un láwqa joven, de esos que se creen con derecho a enfrentarse a todo y todos con sus simples poderes y la fuerza inquebrantable de su voluntad–: eres un faro.

Cuando digo faro me refiero a que emites una especie de señal cósmica, al menos en la Realidad Negra, capaz de alertar a cualquiera que sea medianamente perceptivo en temas sobrenaturales.

Cuando los láwqa utilizamos nuestros poderes, ésa señal se incrementa hasta límites insospechados; para un humano cualquiera podría ser como el calor que se eleva del asfalto y enturbia la visibilidad, una leve vibración en el suelo o el pavimento, un pitido en el oído… cualquier cosa que se pueda achacar a «eventos normales del día a día». Sin embargo los cazadores y otras entidades de igual y diabólico calado, saben seguir ésas pistas, reconocen los patrones en las huellas que nuestros poderes dejan en la realidad y los utilizan para perseguirnos. Hablaré de los cazadores más adelante, antes considero oportuno que sepas quién y qué eres; la respuesta al porqué lo eres te la tendrás que buscar tú. Por el momento sobra con que sepas que ellos son tus enemigos, tu némesis y tus odiados perseguidores… los humanos no saben cuán cierto está de todo el asunto la película Matrix y sus agentes. 

Nunca olvides esto, afortunado lector, eres algo más que carne y huesos, eres algo más que poder y locura; tienes una misión, el asunto está en que debes escogerla tú. Quizás te hagas preguntas que las siguientes páginas no puedan resolver, quizás no, qué digo, seguro que no… el único buen consejo que puedo darte al respecto es éste: busca tu propio camino, intenta olvidar tantas preguntas y céntrate en sobrevivir, quizás así vivirás más feliz de lo que yo o muchos como yo hemos vivido jamás. [...]

De Láwqa, Oliver Bueno.