La Fundación Kaufmann es la parte del entramado dedicada a la investigación puramente científica. Su cometido es doble: profundizar en el conocimiento del fenómeno M y apoyar el trabajo de Heracles y Prometheus. Entre su personal se encuentran expertos en prácticamente todas las facetas del saber humano, desde la psicología a la ingeniería, desde la sociología a la física cuántica.
Antes de describir cómo opera es necesario aclarar un punto importante: la Fundación Kaufmann no existe.
No hay ningún edificio en ninguna parte con ese nombre en la placa de la entrada, ni la encontrarás en ningún registro de organizaciones filantrópicas ni de cualquier otro tipo. Hubo una época en la que sí que tuvo ese nombre y parecía exactamente eso, una fundación al uso, pero la falta de recursos derivada de la huída de mecenas tras algunos sonoros escándalos en los que se vio envuelta, originaron su discreta e inevitable desaparición, como ocurre con otras muchas fundaciones cada cierto tiempo.
Hurón fue una operación de solapamiento de actividades públicas, de demolición controlada, de metamorfosis quirúrgica, que se llevó a cabo porque resultaba sencillamente imposible que una institución de tal calibre pudiese haber sobrevivido sin ser descubierta durante tres décadas largas, de modo que se hacía necesario evolucionar hasta lo que es hoy. De manera que lo que los Mutantes Libres llaman Fundación Kaufmann es en la actualidad y en realidad, la suma de una red de laboratorios secretos y una veintena de organizaciones sin ánimo de lucro perfectamente legales que en apariencia no tienen nada que ver unas con otras. Si la función de los primeros es evidente, la de estas últimas se sencilla: controlar, muy discretamente, los proyectos de investigación de innumerables científicos de todo el mundo sin que éstos sepan para quién trabajan ni qué se hace con sus descubrimientos. ¿Cómo se consigue este milagro? Mediante el lenguaje universal del mundo académico: las becas y las subvenciones.
Hurón fue una operación de solapamiento de actividades públicas, de demolición controlada, de metamorfosis quirúrgica, que se llevó a cabo porque resultaba sencillamente imposible que una institución de tal calibre pudiese haber sobrevivido sin ser descubierta durante tres décadas largas, de modo que se hacía necesario evolucionar hasta lo que es hoy. De manera que lo que los Mutantes Libres llaman Fundación Kaufmann es en la actualidad y en realidad, la suma de una red de laboratorios secretos y una veintena de organizaciones sin ánimo de lucro perfectamente legales que en apariencia no tienen nada que ver unas con otras. Si la función de los primeros es evidente, la de estas últimas se sencilla: controlar, muy discretamente, los proyectos de investigación de innumerables científicos de todo el mundo sin que éstos sepan para quién trabajan ni qué se hace con sus descubrimientos. ¿Cómo se consigue este milagro? Mediante el lenguaje universal del mundo académico: las becas y las subvenciones.
En la jerga de la red, quienes trabajan para FK se dividen en tres grandes grupos.
En primer lugar tenemos a los conocidos como Batas Blancas. Se trata de investigadores que trabajan a tiempo completo en instalaciones clandestinas proporcionadas (y vigiladas) por Heracles o en los departamentos de I+D de empresas relacionadas con Prometheus. El segundo grupo lo constituyen los llamados Batas Azules, quienes conocen perfectamente todo el entramado de los Mutantes Libres pero no tienen dedicación exclusiva. Muchos son académicos con carreras públicas pero que dedican una parte de su tiempo a colaborar en las investigaciones de la FK, otros, la mayoría, trabajan en empresas privadas, y algunos de ellos han tenido incluso la oportunidad de decir «muchas gracias, Su Majestad» en sueco. El tercer grupo, conocidos como Batas Rosas está compuesto por innumerables académicos e investigadores que, patrocinados por los fondos de la Fundación Kaufmann, trabajan en todo tipo de proyectos sin relación aparente con el fenómeno M, cuya existencia simplemente ignoran.
La creación de FK respondió, en su momento, a una necesidad acuciante de los Mutantes Libres: conseguir información científica sobre la naturaleza de sus poderes y todo lo relacionado con ellos. Los diversos Servicios M del mundo habían realizado innumerables investigaciones, pero sus resultados eran completamente inaccesibles desde el exterior. Forzados de esta manera a empezar de cero, no tardaron mucho en comenzar a recibir un goteo de información procedente de las operaciones de Heracles. Pronto quedó claro que las líneas de investigación que normalmente habían seguido los Servicios M eran de naturaleza muy diferente a aquellas que se desarrollaban en FK.
Simplificando bastante las cosas, sería como comparar a un estudiante de veterinaria con uno de biología. Es una metáfora burda, pero no por ello menos siniestra. En la actualidad, los descubrimientos de la Fundación no sólo igualan, si no que superan a los de los departamentos científicos de cualquier Servicio M.
Una vez satisfecha la necesidad acuciante de entender los aspectos más simples del fenómeno M, FK puedo empezar a cumplir su segunda función, la de apoyar el trabajo de las otras dos grandes partes del entramado. En el caso de Heracles, la relación es profunda y constante. La Fundación colabora con su experiencia científica en asuntos que van más allá de la competencia de las Doce Hermanas. Cuando es necesario, sus ingenieros son perfectamente capaces de diseñar cualquier equipamiento que sea requerido por Ephodos, así como de supervisar su fabricación en alguna de la infinidad de empresas controladas por Prometheus. Allí donde se necesite a un auténtico experto en cualquier materia, puede esperarse la ayuda de la FK.
Formalmente, todos los Batas Blancas se denominan Agentes Técnicos. En la práctica, sólo se les denomina así cuando se hace de forma despectiva (entrecomillando la palabra Téc-ni-co). Se les llama agentes, sin más, como muestra del espíritu de compañerismo de la red, en la que todos aportan su granito de arena estén o no estén en la línea del frente.
Los agentes de la FK no suelen operar sobre el terreno, pero lo harán si hay una razón que lo justifique. Piensa que las habilidades del personal de las Doce Hermanas están muy centradas en el día a día y tiene unos límites muy claros. Por usar otra comparación, los unos pueden aportar enfermeros y los otros médicos o cirujanos.
La relación entre redes también funciona en la dirección contraria. Heracles envía información a la FK de forma continua, basándose en todo aquello que descubren sobre el terreno.
De naturaleza más compleja es la dinámica entre Aspis y la Fundación. El hecho de que tanto los Batas Azules como los Batas Rosas trabajen de forma pública supone una pesadilla cuando se trata de seguridad. Estos investigadores a tiempo parcial, sea cual sea el color de sus batas, pueden estar seguros de que habrá personal de Aspis infiltrado entre sus estudiantes o colegas de laboratorio. La FK también es, por razones obvias, un auténtico quebradero de cabeza para Hermes, responsable de que los Batas Rosas no lleguen a descubrir de dónde proceden realmente los fondos que les financian ni el objetivo real de sus investigaciones. Tanto Aspis como Hermes se ven a menudo obligadas a pedir ayuda a Hoplon para que sus agentes colaboren en estas tareas. Se trata de un trabajo bastante rutinario… pero lleno de potencial para la aventura.
De Mutantes 3.
3 Comments
Lo que han cambiado las cosas desde lo que yo llamo los Dias Verdes (por el verde de la portada del manual de la primera edición).
Lo del entramado de las batas, si se me permite, me recuerda en cierto modo a IMA, pero claro, son dos universos muy diferentes.
Como me ha gustado leer esto... Por Dios...
Que espera más larga...
¿Que espera mas larga?, y se me esta haciendo aun mas larga despues de leer este articulo.
Aaaaaaaahhhhh... Acelerad el proceso por Dios (si es que existe), que estamos con el "mono".
Dadnos alguna pista sobre fechas, fechas, fechas...
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