Monstruos.

Las páginas que estás a punto de leer te hablarán de monstruos, pero no te dejes engañar, no se trata de los tradicionales monstruos que aparecen en los clichés cinematográficos o literarios. Existen, sí, yo mismo podría definirme como uno de ellos, pero no es de esos monstruos sobre los que trata esta historia, sino de unos más familiares, en apariencia más mundanos, pero a la vez más profundos… ¿Quieres saber de cuales hablo? Bien, es fácil… tan sólo mírate en el espejo.

Bueno, quizás esté exagerando, no quiero decir que tú seas un monstruo, sino que cualquiera puede serlo. Tu hermano, tu vecino o tu mejor amigo puede ser uno de ellos. Dentro de todo ser hay un mal ancestral que observa el mundo a través de nuestros ojos. Es una fuerza que trata de salir a nuestro mundo, de gobernar nuestros actos y contaminarlos con un toque... digamos que diferente y ciertamente especial.

Algunos (los menos, ¡perdona mi escepticismo sobre el género humano, pero he visto demasiado!) son capaces de doblegar al que les ha tocado en suerte, enterrándolo en lo mas profundo de su alma, durmiéndolo bajo montañas de aparente decencia y honradez, mientras que otros dejan ver al que llevan dentro, el mismo que les devora desde hace eones completando ad nauseam su ciclo vital, respondiendo a una llamada que no entendemos, cumpliendo un juramento que no comprendemos, satisfaciendo un instinto ancestral que hunde sus raíces en algo que tememos y no vemos.

Podría entrar en detalles, pero no quiero. Nombrarlos si lo necesitas... Sería inútil.

Mira este fin de semana los telediarios, hazlo con los ojos de alguien que busca al monstruo, uno de esos que trata de consumirnos, de destruir el mundo que conocemos para crear otro donde cualquier atisbo de bondad corre el riesgo de sucumbir al olvido. Mira a toda esa gente con sus actos malvados. ¿Cuántos robos, maltratos, homicidios o asesinatos, nos regala el día a día? ¿Algún terrorista cierra de un portazo nuestras esperanzas? ¿Algún malo al que prefieras?

Demasiados monstruos pueblan las noticias. Demasiados para resultar creíbles o para ser el monstruo del que hablo. ¿Humanos sin un ápice de humanidad? ¡Tal vez! ¿Devorados por un mal antiguo, por un monstruo que no es el monstruo...? ¡Desde luego!

La mayoría de humanos parecen ser capaces de mantener su bestia a raya sin caer en la cuenta de que lo que controlan es un átomo de su materia. Quizás alguna vez, alguno de ellos, alguno de nosotros, cree que se ha hecho con el control, cuando lo que pasa es que el monstruo, el auténtico, ha relajado su esfuerzo por puro aburrimiento, mostrándose incluso inofensivo, inocuo, brasa que atenúa su calor en el foso de nuestros más oscuros deseos, anatema que ha cejado en su empeño de derramar ácido corrosivo sobre las almas... como un niño se cansa de su pelota.

A veces, quiero creer que aún hay esperanza para el mundo. No siempre lo consigo.

Te hablaré del monstruo que sé que habita en mí, de mí… Bienvenido a mi diario.

Reflexión del Sr. India Alfa.

Diario de un monstruo

Publicado el

viernes, 26 de noviembre de 2010

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3 Comments
alberto_orco dijo...

Creo que lo dije en su dia....

Valium 5, un vaso de Carlos I y apagar el movil....

XD XD XD

Abe dijo...

XXX-DDDDDDD

Stupendo!

Abe dijo...

Aunque bien pensado, para monstruo, monstruo, el que ha creado Ludotecnia.