Vuelvo a la mina, aunque debería decir que vuelvo a casa. La ventisca no ha cesado desde que alcanzan mis recuerdos, y ya casi me he olvidado del permanente manto de nieve arremolinada que insiste en ponerse delante de mis narices mire adonde mire. El mes pasado me encontré a ese soldado congelado. La mano sobresalía de su particular tumba de nieve. Sin embargo, lo que me llamó la atención no era la mano en sí, ya ennegrecida por las gélidas temperaturas siberianas, sino la posición antinatural de los dedos, torcidos de manera imposible, como si amenazasen constantemente con aferrar al incauto que se les acercara. A mí me da igual. Estos ojos míos han visto cosas peores. Recuerdo que hurgué en la nieve para tantear la profundidad. Con la culata del fusil, que llevo casi más abrigado que mi propio cuerpo para evitar que la escarcha haga estragos, aparté la nieve y me presenté al desgraciado.

—Oliver Grant —recuerdo que le dije—. Tranquilo, no te levantes. Sólo me llevaré esto y esto.

Dios existe. El cabrón tenía una máscara antigás. Se ve que de poco le sirvió al pobre, porque, a juzgar por el orificio en el cráneo, no le dio tiempo a protegerle de un ataque químico. Me la probé. Perfecta. No me interesaba su discutible capacidad de protección contra los agentes de guerra química que ningún enemigo podía lanzar ya contra mí, sino el agradable efecto de tener algo entre mis ojos y las cuchillas que tira el viento helado.

La mina de carbón (oh, delicioso carbón) está a las afueras de una ciudad cuyo nombre no sé pronunciar. Dicen que desde que el caos se adueñó del mundo se convirtió en el lugar más habitable de la región. Curioso. A cinco kilómetros el esqueleto de una ciudad industrial, antaño bulliciosa, se empeña en mantener un pulso perdido contra el olvido. Los pocos habitantes que le han sobrevivido se agolpan bajo tierra sin saber muy bien qué esperar de sus vidas. Al menos allí abajo hace calor. Te puedes morir por el aire enrarecido o por una repentina bolsa de gas (sí, siguen explotando la mina. Estos rusos son unas condenadas hormigas obreras. Ya se puede ir el mundo al garete, que seguirán haciendo lo que saben hasta que este frío congele las calderas del infierno y deje helado al mismísimo Satanás). No puedo hacer sino agradecérselo. Gracias a ello y al carbón que sacan, podré ponerme en marcha pronto con mi Titán.

Si no conoces el lugar, jamás creerías que al pie de ese monte se esconde la entrada a una mina. Los rastros que los cataclismos no han borrado los han eliminado sus habitantes. Hoy en día nadie quiere ser popular en un vecindario donde ya todo vale. Hoy podrías acabar en una caravana de esclavos, en el plato de una comunidad caníbal o sencillamente abierto en canal porque otro quiere tu nicho de carbón. Por eso me tratan tan bien. Mientras mi Titán y yo estemos aquí, nadie se atreverá a molestarles… A menos que traigan otro Titán o algo peor.

Empiezo a contar los pasos, no vaya a dar con uno de los cepos para cazar osos que ponen para reforzar su amor por el aislamiento. Miro de reojo los puntos de vigilancia disimulados entre las arrugas del monte, a buena altura. Sé que me están escrutando desde alguno de ellos. Me pregunto cómo me verán. Desde fuera debo de tener el mismo aspecto de cualquier otro merodeador. Piel de oso por los hombros, una gruesa gabardina de oficial prusiano remendada con trozos de uniforme ruso, francés y lo poco que me queda de mi original atuendo del Regimiento de Caballería Acorazada de su graciosa Majestad. Con la máscara puesta y la capucha calada hasta los ojos, debo de parecer un gólem o, peor aún, tan inexpresivo como uno de esos pellejos que siguen caminando aunque la vida se olvidó de ellos hace mucho.

Del proyecto «Vendimia roja» [Ironclad code].

Tranquilo, no te levantes

Publicado el

martes, 17 de mayo de 2011

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7 Comments
alberto_orco dijo...

Este texto me lo he leído yo enterito y solo tengo una palabra para él.

BRUTAL

El Dado Inquieto dijo...

Un texto muy evocativo.

¿juego post-apocalíptico a la vista?

Ludotecnia dijo...

Y tanto... :)

El poderoso Crom dijo...

¿Post-apocaliptico? Lo quiero.
El texto es una pasada.

Ludotecnia dijo...

Pues ve preparando estantería, Poderoso Crom, que nos tememos que la línea va a ser abundante y prolija, aparte de una pasada a nivel gráfico ;)

El poderoso Crom dijo...

Que capcha más curioso: patin.
Bueno, el caso es que voy a tener que empezar a robar ancianitas para financiar mi compras...ay, que ruina y que gusto. XD

alberto_orco dijo...

No serán Ludotecnia y sus precios quienes te lleven a ello... XD XD XD

La verdad es que hay varios proyectos enormemente jugosos en producción, ya no sólo planificados.

un abrazote