El disparo había fallado, condenándolos prácticamente a muerte.

—¿Y ahora...? 

—Y ahora —El sargento suavizó su segunda pregunta, como queriendo no herir el silencio que había hecho presa del pequeño retén encargado de defender Claudio Coello.

—Ahora nada...

—¡No me jodas. No podemos quedarnos aquí, y menos así!

—No hay en el mundo lugar que pueda protegernos...

—¡No, no y no! —El sargento se golpeó repetidas veces con su puño enguantado la carcasa de la coraza que le cubría el rostro—. ¡No, así no!

—Acéptalo, estamos jodidos. ¿Hijo, qué ha pasado?

—Nah, soy Owen, el pulso ha fallado...

—Sí, eso ya lo sabemos, pero pásame con el chaval...

—Nah, ¡el pulso ha fallado!

—Owen, tus estrellas me deben algunas puntas y no tenemos tiempo, ¡pásame al chaval y apúntamelo en la cuenta!

—[...]

—¿Coronel?

—¿Puedes reactivar el dispositivo?

—Se puede, Señor, pero llevará unos minutos...

—Hazlo —Le aconsejó.

—Pero...

—¡Hazlo! —Le interrumpió sin dejar espacio a réplicas.

La turba estaba preparando el asalto final. Desde Goya y Lagasca seguían amontonándose. Por el sur de su posición se les veía llegar desde Villanueva y Conde de Aranda, incluso de Alcalá. Iban a pasarlos por encima pero habían decidido agruparse antes. Jorge Juan y Serrano habían sido cegadas y a priori no suponían un problema...

El Coronel se deshizo de su casco. Desprendió las conexiones vitales, las principales de alimentación electrónica y las secundarias. Luego, las que daban vida a los soportes del armamento. Finalmente, y de manera parsimoniosa, soltó los pernos y las juntas estancas... Liberada, la cabeza respiró el aire como si fuese la última vez que sus fosas nasales abrevaran oxígeno.

Delicadamente, como si se tratase de la recreación de un rito ancestral, el Coronel comenzó a ceñirse el pañuelo de complemento a la cabeza:

—Nadie os llamará cobardes si decidís morir en otro lado diferente a éste...

Un silencio que podía cortarse ciñó como única respuesta tan generosa frase.

—Escuchadme. Entre esos hijos de puta y nuestros seres queridos estamos nosotros. Puede... —titubeó—, puede que en algún lejano lugar alguien necesite un segundo para definir la frontera entre su vida y su muerte, y nosotros podemos dárselo. Somos la fina línea que define el futuro y la esperanza del caos más absoluto... Si alguien todavía alberga dudas o le fallan las fuerzas, que piense en nuestro caídos en Burma Parphia y en que somos hijos bastardos de su linaje...

Los hombres fueron desprendiéndose, uno a uno, de la parte superior de sus corazas, para respirar el aire que respiraba su coronel, para compartir con él tal vez y a cara descubierta, los últimos momentos sobre la tierra.

—¡Bayonetas y peines nuevos!

—¡Bayonetas! —Respondió la tropa como un solo hombre—. ¡Peines nuevos, Señor!

—Se mueven Coronel...

—¿Hijo, qué queda?

—El dispositivo ha sido reiniciado...

—¿Qué queda?

—¡No podría asegurarlo!

—Nos quedan seis segundos y lo que dure un peine hasta que lleguen... ¡Inténtalo, hijo. Inténtalo!

Damned lullaby

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jueves, 18 de agosto de 2011

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2 Comments
Omar El Kashef dijo...

Jose, eres un hi@& ¡#/¬], que lo sepas... XD XD XD

¿Puede ser Zulugolf y Madrid, todo en uno????

Nah dijo...

coño O_O