Vaux sur Somme. Francia (21 de abril de 1918).

El soldado australiano Snowy Evans arrojó otra reluciente bala al cubo que tenía enfrente. Sentado en aquella hedionda trinchera del norte de Francia añoraba profundamente los verdes pastos de su Queensland natal.

Apenas habían pasado cuatro años desde que partiera hacia Galípoli desde el puerto de Sídney a bordo de un abarrotado navío de guerra y, sin embargo, le parecía que hubieran pasado décadas. A pesar de que la travesía fue dura, nada le había preparado para las atrocidades y desgracias que sufrirían él y sus compañeros de caballería en territorio turco. Ningún instructor les había hablado de las mutilaciones, de la confusión de la batalla, ni de la tortura que suponía para el alma presenciar y sufrir semejantes vicisitudes.

Y tras pasar por el infierno en la tierra y por el cielo en el mar allí estaba ahora, limpiando munición en la más mugrienta versión del limbo que Dante pudiera haber imaginado jamás. Prácticamente abandonado a su suerte junto con el resto de sus camaradas, un par de ametralladoras, unas pocas cajas de munición y la exasperante misión de defender aquel desolado pedazo de tierra ante el avance del impetuoso ejército alemán.

Que ese día hubiera amanecido ligeramente lluvioso y definitivamente poco primaveral no estaba ayudando, precisamente, a mejorar su maltrecho humor. Por si fuera poco, tras un desafortunado incidente en el que varias cintas de munición habían caído al cieno, llevaba más de dos horas limpiando cartuchos del .303 con un trapo y un pequeño cepillo. Para más inri, parecía que esa triste mañana de abril los alemanes se habían confabulado de alguna siniestra manera con el tedio y, aparte del racheado fuego de artillería, nada rompía el tenso silencio.

De repente el ecléctico sonido de una alarma antiaérea lo sacó de su ensimismamiento. A menos de una milla podía ver un aparato británico perseguido de cerca por un ágil triplano alemán de un profundo color rojo. El perseguido parecía estar en problemas e incluso, juraría, iba dejando tras de sí una espesa estela de humo negro. Volaban bajo, muy bajo.

Era su oportunidad, el tiempo se agotaba. Profiriendo todo tipo de improperios saltó sobre los mandos de su ametralladora Vickers. Tiró del cerrojo para armarla, giró el pesado afuste hacia los pilotos que se aproximaban a gran velocidad y esperó impaciente. Una inspiración, una exhalación... Una inspiración… ¡Ahora!

Apretó el gatillo de su arma con fuerza, descargando por igual proyectiles, furia y frustración. El cielo alrededor del aparato alemán se convirtió en un caos salpicado de astillas de madera y zumbidos amenazantes. Apenas había logrado encauzar una primera idea –¡Dios, le he dado!—; cuando un Sopwith Camel aliado apareció, como por arte de magia, de entre las nubes tatuando el chasis del ya dañado triplano con un impresionante reguero de impactos.

Snowy desamartilló su arma mientras contemplaba como el caza alemán comenzaba a perder altura seguido de cerca por los dos biplanos de La Entente. Con la tensión había olvidado la tarea que le aguardaba enterrada entre cieno e inmundicia. Apesadumbrado retomó la limpieza con una curiosa mueca en la cara, porque ésa era ahora la misión importante. Tal vez alguno de aquellos cartuchos podría ser el responsable del derribo del algún As enemigo y él pasaría a la historia...

¿Quién podía saberlo?

De los archivos secretos del Sr. Alfa Foxtrot.

21 de abril...

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domingo, 5 de diciembre de 2010

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3 Comments
Steinkel dijo...

Muy bueno, es una gozada esta ambientación pues la Gran Guerra es sin duda un acontecimiento clave en la historia mundial, sin la cual no se entiende el mundo en que vivimos. En la Primera Guerra Mundial está la simiente de todo lo que acontecerá en los años posteriores y que moldean la sociedad moderna, nuestra mundo actual: la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, el conflicto israelí-palestino, el periodo postcolonial africano y sus malhadadas consecuencias, todo, absoultamente todo tiene su origen en la Primera Guerra Mundial. Aparte de este rollo que acabo de soltar, el conflicto bélico fue de una brutalidad extrema, pero presenta muchos campos de interés, y localizaciones diversas, desde Gallipoli, como se cita, hasta las trincheras del Somme o los campos de la muerte de Tannenberg. En fin, me encanta este periodo histórico, así que espero con ansiedad esta entrega de Cliffhanger.

Muy buen trabajo.

alberto_orco dijo...

Espero que te guste.

La verdad es que, puestos a dar comienzo a una saga, nada mejor que empezar por el principio.

Y como muy acertadamente comentas, la Gran Guerra fue el principio y el final de muchas cosas.

Nah dijo...

bueno, estrictamente hablando la primera vez que se uso un avión para la guerra fue en áfrica y fuimos nosotros los hispanos...