[...] La aviación como disciplina apenas tenía diez años de vida cuando estalló la Gran Guerra y, aunque todavía no tenía un papel netamente definido dentro del organigrama militar, para la gente de a pie surcar los cielos a bordo de aquellas maravillosas máquinas voladoras era una tentación difícil de contener. Aun así, las pruebas de selección eran duras y sólo los candidatos más aptos serían admitidos para formar parte de la elite de los pilotos de combate. Algunos de estos nuevos pilotos pertenecían ya a unidades de infantería, caballería e incluso marina, pues se buscaban hombres valientes, sin miedo a la muerte y con firmes convicciones. Muchos de ellos serían militares jóvenes y brillantes que vieron en el cielo la oportunidad perfecta para impulsar sus carreras.

En comparación con el resto de las fuerza armadas, en las que se había perdido hacía tiempo el sentido del honor que suponía el combate cuerpo a cuerpo y el desafío singular entre hombres, en el cielo todavía quedaba lugar para celebrar duelos a muerte entre caballeros. 

Las brillantes armaduras fueron sustituidas por veloces aviones de combate, las lanzas por armas automáticas, y los escudos por intrincadas maniobras evasivas. La guerra terrestre era algo sumamente violento, sanguinario y carente de toda gloria, mientras que la guerra en los cielos era el último lugar en el que todavía dos adversarios podían medir su habilidad y su sangre fría mirándose a los ojos.

Por otra parte, el día a día de los pilotos era mucho más agradable que el del resto de los soldados: contaban con camas calientes y secas para su reposo, una dieta rica y variada para su alimentación, y posibilidades de ocio cuando se hallaban en tierra. Comparado con la insalubre vida en las trincheras, la guerra aérea resultaba todavía más atractiva si cabe.

Pero tras esta fachada de comodidades se escondía una perturbadora y triste realidad... La vida media de un piloto en el frente era de once días. Ni uno más ni uno menos. 

La tecnología aeronáutica era muy reciente en el mejor de los casos y los aviones no siempre resultaban fiables. Muchos de los problemas técnicos que podían presentar salían a relucir en situaciones de combate, acarreando la muerte casi segura de sus desafortunados tripulantes.

La mayoría de aparatos estaban construidos con materiales ligeros y poco resistentes (madera y lona, fundamentalmente), lo que ofrecía poca o ninguna protección a sus pasajeros. Esto último, unido a que el uso del paracaídas estaba visto como una falta grave de respeto y algo muy poco honorable entre hombres de honor, originaba que cualquier daño que sufriera el avión resultara fatal para el piloto.

Otra culpable de la alta tasa de mortalidad habida en los combates aéreos fue la trepidante carrera armamentística que trajo consigo el dominio de los cielos, pues apenas pasaban unos pocos meses hasta que un moderno y poderoso diseño quedaba obsoleto frente al último caza enemigo. Pero sin duda, la mayor causa de mortandad entre los pilotos no fue el fuego enemigo ni los fallos mecánicos... La búsqueda de gloria fue el factor clave que más vidas se cobró. 

Los pilotos no rehuían al enemigo sino que lo buscaban a la menor oportunidad y hasta las últimas consecuencias. Así, los más jóvenes o inexpertos se lanzaban en picado hacia una muerte segura intentando acribillar en su descenso a un rival, muchas veces mejor preparado, que no tardaba en derribarlos. Mientras, reconocidos héroes de guerra lideraban sus unidades en apocalípticos combates de los que muy pocos aparatos salían indemnes. 

Los tres pilares sobre los que se asentaban las cortas carreras militares de estos intrépidos pioneros eran el honor, la gloria y la muerte.


De Dogfight.

Fuego azul

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martes, 21 de diciembre de 2010

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3 Comments
Jon Nieve dijo...

¡Que grande!

No diré mucho más, salvo que este juego puede ser una pequeña joyita (por el tamaño del libro...:p) del que además me consta, hay gente esperándolo impacientemente.

F&H

Zinc dijo...

Para cuándo?!

alberto_orco dijo...

Esperemos que para muy pronto.....

Estoy yo más nervioso que vosotros de ver nacer a la criatura...

Me parece un juego perfecto para los amantes de los juegos bélicos (y los que no) que quieran rellenar esas tardes y noches que piden a gritos una partida autoconclusiva.

XD XD XD