Hay una frase que recoge la esencia de la vida del pirata: «nadie dijo que fuera fácil, sólo que podía hacerse». Efectivamente, la vida pirata no es fácil en absoluto. Hablamos de una montaña rusa en la que ociosos periodos de bacanales se entremezclan con arriesgadas misiones y mortales asaltos.
Un pirata vive como si no hubiera un mañana porque muy posiblemente no lo haya. A pesar de la existencia de piratas que canalizan su adrenalina y frustración mediante la meditación y el entrenamiento, son casos aislados, pues la mayoría se entrega a un placentero olvido inducido por el alcohol, las drogas y el sexo.
Huelga decir que pocos piratas llegan a viejos. Los que no mueren durante una misión, suelen hacerlo en alguna trifulca de taberna o lapidados por los vicios y las deudas. Si queremos que nuestros personajes se mantengan vivos durante el mayor tiempo posible, haremos bien en ocupar su agenda con misiones arriesgadas y negocios fructíferos. Las manos ociosas pertenecen al Diablo, y éste siempre se lleva lo que es suyo.
Puede que el espacio sea frío y letal, pero nadie duda que ofrece un sinfín de alternativas de enriquecimiento fraudulento. A continuación analizaremos algunas de las vías de negocio más comunes de los piratas espaciales, aunque existen mil y una formas de hacer dinero cuando el oscuro océano sideral no tiene límites y millones de puertos esperan a ser saqueados.
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Ironías de la vida, contratar los servicios de algún pirata para que te haga el trabajo sucio cuesta dinero, y nadie tiene más dinero que el Conglomerado. Esta organización suele delegar sus trabajos sucios en agentes prescindibles, asegurándose de que no quede rastro alguno. Cuando estas misiones implican el abordaje a naves o un explícito despliegue de violencia, no dudarán en alquilar los servicios de sus más odiados enemigos, los piratas.
Trabajar para el Conglomerado conlleva una larga lista de ventajas y desventajas. Los principales puntos a favor son que, en caso de cobrar, la paga suele ser muy abundante, las fuerzas militares y de seguridad no se entrometen, y podemos ver reducido nuestro nivel de búsqueda si así lo deseamos. Por otro lado, el Conglomerado no acepta el error. Si no se cumplen los requisitos del contrato a rajatabla, es posible que se dediquen una ingente cantidad de recursos en borrar del mapa a los chapuceros. Es más, en ocasiones, incluso habiendo cosechado el éxito, los contratistas son testigos molestos y deberán andarse con mucho ojo para no recibir una bala como recompensa.
Piratas del vacío, de Alberto Fernández.
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