«Nuestra misión consistía en cazarlos», dijo el hombre cuya voz filtrada llegaba a millones de radioescuchas en la madrugada. «Nos asignaron la tarea de viajar alrededor del mundo para recuperar los que se habían escapado.»

Las declaraciones de quien decía llamarse Major Zep eran positivamente delirantes. El individuo de acento sureño y pausado, afirmaba haber pertenecido a un comando denominado freak squad (literalmente la brigada de monstruos) cuya misión consistía en nada menos que recoger a los seres extraños que se habían escapado de ciertos laboratorios militares oficialmente inexistentes, para lo cual, facilitó el número de su unidad y el organismo gubernamental del que dependía al locutor George Noory del programa Coast to Coast AM, el 18 de febrero de 2005.

La misión de este inverosímil grupo de soldados era sumamente sencilla: traer de vuelta a los huídos y a los que habían sido puestos en libertad deliberadamente para comprobar sus reacciones. «Eramos cinco», explicó el testigo, «y nuestras misiones tuvieron una tasa de éxito del veinticinco por ciento». La mayoría de criaturas eran conejos o perros con cabezas adicionales que salían de sus espaldas, todas ellas tristes víctimas de un proyecto de manipulación genética, aunque había piezas mayores. Major Zep y su comando habían sido despachados a América del Sur cuando comenzaron a darse los primeros casos del célebre Chupacabras.

Fue precisamente ésta, afirmaba el militar, la que más problemas presentó debido a su alto grado de inteligencia, alegando que era producto de la fusión caliente (con contacto físico), de prisioneros asiáticos varones y hembras con criaturas desconocidas. Los rusos, comentó Zep con una naturalidad que producía delirio, no se quedaron atrás en la creación de sus propias quimeras, aunque utilizaban para ello la fusión fría (sin contacto físico) entre células humanas y de osos buscando la creación de un supersoldado.

La reacción natural habría sido la de mofarse ante lo narrado, y así habría sido si no fuera porque algunas semanas antes, una radioyente se había puesto en contacto con el programa para relatar una historia de seres aberrantes...

Kate (nombre supuesto), vecina de Bakersfield (es un decir) y civil (dato veraz), se había puesto en contacto con la centralita de Coast to Coast AM para comentar en abierto que durante sus años de trabajo en la base militar China Lake en California, había sido testigo de la presencia de animales extrañamente deformados.

Aunque sus deberes como analista de sistemas para los Tomahawk y Sidewinder la mantenían casi totalmente ocupada, fue tomando conciencia de que el laboratorio desarrollaba ciertos proyectos de los que lo mejor era no saber nada. La fortuna la mantuvo alejada de aquellos fenómenos hasta que una noche, al ir a coger su coche del aparcamiento, se dio de lleno con una criatura que parecía un conejo de dos cabezas, aunque del tamaño de un San Bernardo.

No ocurrió nada. El ser, o lo que fuera, al verla, huyó asustado, pero después del suceso, alertada y manifiestamente preocupada, Kate comenzó a buscar referencias por si pudieran servir de justificación a lo que había visto con sus propios ojos, descubriendo abundantes testimonios sobre la aparición reciente de animales domésticos que mostraban extrañas deformidades, en los alrededores del poblado de Inyokurn, a ocho millas del perímetro de la base. Como apoyo a sus afirmaciones, la participante leyó en antena una noticia aparecida el verano anterior en el China Lake Herald, en la que se describía de forma tal vez demasiado graciosa, las peripecias de tres muchachos de doce, diez y ocho años respectivamente, que escucharon algo semejante a un maullido en las afueras de Inyokurn, mientras daban un paseo montados en bicicleta.

Creyendo que se trataba de un gato en peligro, los chiquillos se apresuraron a llegar al origen de los gritos, pero lo que descubrieron les heló la sangre...

De Anima Mundi.

Testimonios radiofónicos

Publicado el

viernes, 20 de enero de 2012

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