Antes del 11-S, buena parte de la información que manejamos en la actualidad se consideraba fruto de mentes calenturientas. Echelon, el programa Carnivore, HAARP, la mera posibilidad de que los servicios secretos de las grandes potencias estuvieran metiendo sus narices en nuestras cocinas con la ayuda de las compañías informáticas... Todo, todo era conspiración.

Sin embrago, tras los dramáticos sucesos ocurridos en Manhattan en septiembre de 2001, la conspiración dejó de serlo. Casi por arte de magia, aquello que era fruto de las mentes calenturientas unas semanas antes comenzó a ponerse en marcha y de manera diáfana por el bien de occidente y sus mansos y acomodados ciudadanos. La guerra contra el terror también se vencía ofreciendo a la gente la sensación de que las administraciones estaban preparadas para defenderla, y el mundo, nuestro universo conocido, comenzó a vibrar de manera diferente.

Abelardo Martínez en Mininos en la Sombra nos permite adentrarnos en una lucha sin igual que está sucediendo ante nuestras propias narices. Hoy el Ratiperio es una leyenda urbana y su poder, la consecuencia lógica de pasar demasiadas horas jugando a rol, sin duda. Las conspiraciones son así. Uno ve muchas ratas, cómo aumenta su población conforme avanza la pobreza y desaparece el estado del bienestar, e imagina que algo amenazante se mueve entre las sombras con sabe Dios qué intenciones.

De la misma manera, uno, tal vez otro diferente al mencionado antes, se acerca a un juego como Mininos en la Sombra, lee que va de gatos, perros y ratas, y saca la conclusión de que es adecuado para niños, si acaso, para maduritos que no conocen una mejor manera de perder el tiempo que ejercitando su imaginación como agentes de Uñas y Dientes. Las conspiraciones también son así, ofrecen explicaciones a veces extravagantes sobre sucesos cotidianos que tienen una razón de ser que no vemos por ninguna parte, y para cuando nos queremos dar cuenta, sonreímos autocomplacientes, seguros, sin mover un miserable dedo, mientras esperamos a que algún científico, un periodista o un político, nos diga qué está pasando.

Obviamente, esto es así hasta que es demasiado tarde.

Mininos en la Sombra is not a toy

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jueves, 12 de diciembre de 2013

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1 Comment
Abe dijo...

¿Estado del Bienestar? Las ratas no tienen inteligencia individualmente, cuando la tienen es en grupo y sólo para el mal, a sus líderes no les importa que mueran a millones para alcanzar sus fines ¡El Ratiperio son los bolcheviques!