Una de las cosas que tenemos claro en Ludotecnia es que hay que «hacer editorial», y eso pasa por establecer unos cimientos sólidos desde el escrupuloso conocimiento de nuestras fuerzas y flaquezas. La prisa siempre es mala consejera, y es una de las razones por las que hemos visto nacer y morir otras iniciativas a nuestro alrededor mientras nosotros seguimos dando guerra cómo y cuándo podemos. A veces es mejor parecer no existir que dejar de hacerlo por querer correr más de la cuenta.

Cuando nos planteamos el formato de Cliffhanger, nos dimos cuenta de que había tantas posibilidades y flexibilidad como exigencia en el corsé del propio formato. Las propuestas lúdicas de un juego autocontenido de bajo coste eran incalculables, no sólo como laboratorio de prueba para ideas imposibles en formatos mayores, sino como cantera para proyectos de mayor envergadura.

Así, con toda la ironía que pudiera conllevar la idea, supimos que los cimientos de esta nueva etapa para nuestra editorial se construirían a base de Cliffhanger, como una cómoda red sobre la que plantearnos hacer acrobacias a mayores cotas. La grata sorpresa que nos encontramos de vez en cuando es que algunas de esas ideas pequeñas y autocontenidas empiezan a tomar velocidad propia, vida más allá de los designios del autor de turno, pidiendo a gritos una oportunidad arriba, donde los acróbatas calientan músculos para hacer el más difícil todavía.

Nos pasó con D (título provisional), de Abelardo Martínez, una ambientación histórica-mitológica donde las fábulas, los centauros, los cíclopes y los minotauros son tan reales como las legiones, los imperios y los propios hechos históricos que de ellos derivaron. Veinticinco mil palabras que, a medida que iban creciendo, dejaban a su autor más claro que no cabrían en el corsé de un Cliffhanger. Muchos textos admiten un tijeretazo, una modulación del estilo para ocupar menos o decir más con menos recursos. Otros, sin embargo, como D, sencillamente no. Tras menos cavilaciones de las que hubiera cabido esperar, la editorial dio visto bueno a Abelardo para que siguiese mimando su relato hasta donde las musas le indicasen, hasta el punto de que su proyecto constituirá una de las primeras andanadas que inaugurarán la ya comentada línea media de la casa, un paso más en eso que llamamos «hacer editorial».

Nos sentimos cómodos en esta permeabilización de contenidos, un flujo de ideas que nutren otras ideas sin más limitación que la inspiración de nuestros autores, una mecánica al servicio de la creatividad, y no al revés, que satisface al engranaje a la par que a los que lo manejan. Tanto es así, que el proceso se ha repetido en más ocasiones, y en escalas distintas de nuestro número acrobático, de modo que las diferentes líneas interactúan a sus respectivos niveles, dotándonos de una red de contención cada vez más atractiva para la editorial y sus colaboradores. Esperamos poder hablar más largamente de esos otros títulos que, como D, han hallado su identidad propia gracias a la maleabilidad del ecosistema que les hemos dado. Y también esperamos que sea antes de lo que todos imaginamos.

Hasta el próximo diario.

Previamente en los Diarios de Diseño: El universo del Conglomerado

Diario de diseño: permeabilidad funcional

Publicado el

sábado, 14 de enero de 2012

5 Comments
Deka Black dijo...

Pues suerte a Abelardo ;) A ver con que nos sorprende. veo que or fin va a haber uno de espada y brujeria, que eso siempre mola si se sabe como llevar.

Felipe Reyes dijo...

El planteamiento de "cantera" que estáis usando es muy interesante, sólo espero que ofrezca nutritivas sorpresas. Mis felicidades a Abelardo, ya hay ganas.

Saludos.-

Athal Bert dijo...

Pues no me lo habia planteado así la verdad y es que es una buena idea! Supongo que también de puede usar un cliffhanger como versión Lite de una edición más extensa, ilustrada y bonita, o convertir un cliffhanger que venda/duste mucho en un juego más completo.

Darkos dijo...

Es una buena idea y una manera genial de que de forma organica decidais que tipo de edicion requiere cada proyecto.

Adelante, estais haciendolo genial.

Abe dijo...

Pues es un poco raro. Un buen dia tienes una idea, la pones a trabajar para ti y, de repente, descubres que eres tu el que esta trabajando para la idea. Que tiene vida propia y tiene sus propios planes, distintos a los tuyos. Buf. A ver como convences al jefe de que veinticinco mil son pocas palabras.

Siento la ausencia de tildes, pero el teclado que tengo disponible no las tiene.

Y, lo mejor, el apoyo y el estimulo de los que venis por aqui. Gracias, de corazon. :-)