Bebió un sorbo del vaso de tubo. Lo suficiente para que pudiera caber el resto del contenido de la lata de Red Bull. Tomó otro trago y eructó suavemente.
—No está bien mezclar el vodka con algo que es mas caro todavía que el mismo vodka, pero… Vamos a sentarnos.
Sobre la mesa colgaba una lámpara que proyectaba un flujo de aire caliente sobre su pelo. La luz hacía que se dibujasen las gotas de sudor sobre la piel del Gallego.
—No está bien mezclar el vodka con algo que es mas caro todavía que el mismo vodka, pero… Vamos a sentarnos.
Sobre la mesa colgaba una lámpara que proyectaba un flujo de aire caliente sobre su pelo. La luz hacía que se dibujasen las gotas de sudor sobre la piel del Gallego.
—Hace… mucho años, apareció alguien de entre los nuestros. Era alemán y de alguna manera logró escaparse. No te puedo dar muchos detalles sobre el, primero porque todavía es pronto y segundo porque tampoco sé mucho más de lo que te estoy contando. El caso es que este… este tío… este hombre del que te hablo, podía ver el futuro.
Las luces de la pista de baile se intensificaron a la vez que subió el volumen de la música y el Gallego se apoyó en la mesa para estar mas cerca de él.
—Hay muy pocos de los nuestros que tengan ese poder, y ninguno, ni antes ni después, lo ha tenido en un grado como lo tuvo aquél hombre. Y gracias a todas las cosas que podía ver, lo cambió todo. Liberó a unos pocos, luego con la ayuda de esos poco a algunos más y poco a poco, nos organizó. Gracias a él dejaron de cazarnos como a conejos.
—¿Y ahora trabajamos para él?
—Bueno, para él… no exactamente. Es un historia complicada. Además murió hace cinco o seis años.
—¡Vaya!
—Pues sí. Una putada. Pero antes de morir, pudo ver qué nos esperaba en el futuro y dejó instrucciones.
—¿Entonces ya sabéis todo lo que nos va a pasar?
—Hombre, no es tan sencillo como eso, pero nos dejó… pistas. Como un profeta o un poco como un adivino. Habló de cosas que iban a pasar.
—Entiendo.
—De entre todas esas cosas que dijo antes de irse, la más importante era que, de entre los nuestros, nacería uno que sería… especial, diferente. Alguien que sería nuestro líder, que nos uniría y nos pondría en el lugar donde tendríamos que estar. Sería… un elegido, por decírtelo de alguna manera.
Una gota de sudor bajó por un lado de su cara. Sintió que le faltaba el aire.
El Gallego terminó su vodka Red Bull de un trago. Sacó un pitillo y lo encendió saboreando la teatralidad del momento.
—Te estoy vacilando. Lo del alemán es verdad pero lo de las profecías no. Que yo sepa no dejó nada. No eres ni Neo, ni Luke, ni Frodo. Sólo eres un pringado. Como yo. Como toda esta gente que está aquí esta noche. Nadie es como los copos de nieve, que son todos diferentes y únicos. Nosotros sólo somos los pringaos.
—Gallego, tío, no me digas eso…
Le interrumpió mientras se levantaba de la mesa.
—Los pringaos, chaval. Los pringaos. Y cuanto antes te metas eso en la cabeza, mejor para todos.
Los Pringaos, J&F Garzón.
2 Comments
Muy bueno el texto, reconozco que solo me ha hecho falta leer unas palabras para meterme de lleno en el Universo Mutantes en la Sombra(aunque no sé si esa era la intención del autor).
Mi más sincera enhorabuena y agradecimiento a uno de los creadores de uno de mis juegos preferidos de rol (compré la primera edición allá por 1992) pero nunca tuve la suerte de encontrar jugadores realmente empapados de la ambientación.
He descubierto este blog hace poco, y me encanta, pienso seguirlo.
Un saludo y gracias otra vez
Jose, me encanta la foto.
Que bonito Catalina.
O, como habrás dicho tu en mas de una ocasion:
Que bonito, Catalina
:-P
Publicar un comentario