Como ya hemos comentado en algún momento, el trasfondo de Veragua es histórico —sin duda un bonito acicate para todos aquellos aficionados amantes de la Historia—, claramente enraizado en los primeros años de la llamada «Conquista de América».

Lógicamente, un contexto tan amplio, tanto en el espacio afectado como en su duración en el tiempo, precisaría de 1.000 Cliffhanger para ser expuesto en toda su riqueza de contenidos, y en este sentido, cabe reconocer el buen arte que se ha dado nuestro compañero Abelardo Martínez para buscarse las alubias ante un reto en apariencia tan complicado como el que él mismo se propuso en Tierrafirme (título inicial del juego, que como sabéis, fue posteriormente cambiado por Veragua).

Dicho lo cual, si durante el libro los Jugadores se van a ver inmersos en un escenario complejo a la par que enigmático y sugerente, lo que sin duda podría acarrear algún que otro problema a la hora de concretar los Personajes, Abelardo concluye su juego con una inteligente revisión de figuras reales que «jugaron sus cartas» en la ya mencionada Conquista, y que sin duda servirán de ejemplo en los que apoyarse. Son doce en el libro, pero aquí sólo os presentamos los tres primeros para que vayamos abriendo boca.


«No es intención de Veragua presentar un exhaustivo trasfondo de lo que fue la América española en los primeros cien años de colonización. De hecho, ni siquiera queremos exponer un somero estudio, para eso ya hay gente que lo ha hecho, y lo hará, mejor que este juego de rol.

Sin embargo, desearíamos destacar algunas notas sobre unos cuantos personajes que por su carácter singular llaman la atención como ejemplo de lo que debería ser un personaje de Veragua. La intención no es histórica, de forma que los que aquí salen sólo tienen en común el ser más o menos pintorescos. Tampoco son biografías lo que proponemos, sino unas notas que deberían impulsar al AJ y a los jugadores avisados a buscar más información por su cuenta. Es fácil.

Aguirre, Lope de (1510-1561)
Guipuzcoano, apodado el Loco y, por sí mismo, el Peregrino, acaso la figura más brutal y controvertida de la conquista española. Participó en las luchas por el poder en Perú y, condenado a ser azotado, persiguió al juez que le condenó, a pie, durante más de tres años por todo Perú hasta que pudo asesinarlo.

El virrey del Perú, Hurtado de Mendoza, envió a los vagabundos que menudeaban por todo el país en una expedición hacia la selva en busca de Eldorado, bajo el mando de Pedro de Ursúa, pero Aguirre se sublevó y lo mató. Se declaró independiente de Felipe II, al que envió una carta firmada como El Tirano, y descendió a sangre y fuego por el Orinoco arrasando las poblaciones indígenas y españolas, como ocurrió en isla Margarita. Para mantenerse en el poder, no dudó en asesinar a buen número de sus propios seguidores, entre ellos a su amante. Perseguido y acosado, ya en la costa de Venezuela, tras intentar tomar Panamá, muere arcabuceado a manos de dos de sus antiguos seguidores, tras matar a su propia hija para evitar que fuera ultrajada por sus enemigos.

Alvarado y Contreras, Pedro de (1485-1541)
Alto y rubio, fue uno de responsables de que a los españoles en México se les tomara por hijos del dios Sol. Acompañó a Cortés desde su primera expedición y fue quien desencadenó la matanza del templo mayor de Tenochtitlán que desembocó en los sucesos de la Noche Triste, de la que pudo huir, según se dijo, al cruzar un canal de un salto, apoyado en su lanza que usó como pértiga.

Posteriormente, fue recibido por el mismísimo Carlos V que lo hizo gobernador de Guatemala. Se hizo una reputación de jefe enérgico y cruel en Centroamérica, la cual sometió a la corona. Fracasó en sus intentos de expansión por el actual Ecuador al chocar con Almagro y Belalcázar, pero expandió y gobernó amplios territorios al sur de Nueva España como Guatemala, Honduras y Salvador con mano igualmente dura para con indios y españoles. Murió durante una campaña para someter una rebelión indígena en México.

Arias Dávila, Pedro (también, Pedrarias Dávila, 1460-1531)
De origen noble y veterano militar formado en la corte de los Reyes Católicos y participante de sus muchas empresas bélicas. Fue enviado por ellos para poner orden en el desbarajuste de los primeros tiempos de la conquista valiéndose de su temperamento riguroso y enérgico y gobernó con crueldad, ambición y despotismo, por igual, a indios y a españoles.

Fundó la ciudad de Panamá y desde ella gobernó toda la Tierra Firme, y mandó decapitar a varios famosos capitanes como al hasta entonces hábil Vasco Núñez de Balboa (a la sazón prometido a la hija de Arias) y al valeroso Francisco Hernández de Córdoba. Fue destituido acusado por los propios colonizadores de tirano y cruel, pero su vigor en el mando lo hizo recomendable para gobernar en Nicaragua y Guatemala, donde murió de viejo.»

Doce nombres [Veragua]

Publicado el

jueves, 20 de junio de 2013

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