«Fukushima Blues» es uno de los proyectos más divertidos que llevamos entre manos. Escrito por Alberto Fernández mucho antes que «Piratas del Vacío», cada vez que hemos tenido oportunidad de revisitarlo mientras esperábamos a encontrarle un hueco adecuado en la numeración de Cliffhanger, nos ha pasado lo mismo: no hemos dejado de sorprendernos por cómo la lectura te lleva a avanzar en el libro sin que apenas te des cuenta.
Ahora que lo hemos retomado con la artera intención de irlo preparando para que antes de septiembre entre en maquetación en el paquete de juegos correspondiente (de esto ya hablaremos otro día), nos ha vuelto a suceder. Pero mejor lo véis vosotros mismos.
15/03/2061, 10:13 AM. ACADEMIA DEL RECUPERACIÓN TECNOLÓGICA, NEW JAPAN
«Bienvenidos
al laboratorio de bioquímica-02. La clase de hoy pretende ser un
ejercicio teórico práctico acerca de uno de los descubrimientos más
inquietantes del presente siglo: la radiación Z. Pero no perdamos las
formas, lo primero es lo primero. Comprobad vuestro traje y el del
compañero a vuestro lado, ya que esta rutina de equipo puede ahorraros
muchos disgustos mientras exploráis el interior del sarcófago. ¿Todos
listos? Comencemos.
En
primer lugar narraré brevemente en que consiste dicha radiación, puesto
que la mayoría ya habréis oído hablar de ella. La radiación Z es una
radiación de origen nuclear de la que no se tiene noticia hasta el
incidente de Fukushima I. Apenas poseemos datos acerca de su origen y
comportamiento, pero si hay algo que destaca sobre todas las demás
informaciones recogidas, es su enorme capacidad para mutar el genoma de
los seres vivos.
Cómo pueden comprobar en las muestras vivas que tienen delante, la radiación Z muta la carga genética de los seres vivos, dando como resultado el nacimiento de aberraciones y mutantes, tanto entre la fauna como entre la flora. Actualmente, tras 5 décadas de exposición, se calcula que entre el 80 y el 85% de las especies residentes en Old Japan han mutado de una u otra forma. Pero será más adelante cuando analicemos las especies oriundas del otro lado del sarcófago, pues hoy hablaremos del momento en que ésta radiación fue descubierta y de cómo afectó este descubrimiento al pueblo japonés.
Puede que en 2011 Japón se estuviera yendo al infierno, literalmente, pero el gobierno todavía se preocupaba por los ciudadanos. Como comentáramos anteriormente, tras la explosión nuclear dio comienzo una evacuación masiva de civiles llevada a cabo de manera conjunta por el ejército de EE.UU., fuerzas de la ONU y los restos supervivientes de la marina japonesa. Fue en ese fatídico momento cuando los sanitarios de abordo, abrumados por el ingente número de heridos y enfermos, tuvieron sus primeros contactos con la radiación Z.
Distintos análisis revelaron que gran parte de los evacuados mostraban síntomas extraños de envenenamiento por radiación. Los afectados, lejos de ver como sus defensas disminuían, empezaron a sufrir cambios celulares apenas discernibles. La evacuación cesó de inmediato. Nadie estaba seguro de qué era aquello, pero lo que sí que sabían a ciencia cierta era que no estaban dispuestos a esparcirlo por el mundo. Nadie deseaba hacerse cargo de aquella bomba de relojería genética que podía explotar en cualquier momento.
Tras varias discusiones al más alto nivel, y con el visto bueno de la OMS, se decidió devolver a los evacuados a su tierra, con la intención de montar allí hospitales de campaña capaces de absorber la avalancha humanitaria in situ. Si bien esta decisión fue impopular en extremo, nadie, ni siquiera las organizaciones más radicales en la defensa de los derechos humanos, se opuso a ella. El riesgo de pandemia era extremo y nada evitó que la flota de salvamento devolviera su carga a las costas que acababan de abandonar.
Reclutas, creedme cuando os digo que era la solución menos mala para una situación desesperada. Además, y esto último no lo dudéis ni por un solo instante, nuestros cansados ojos habrían de contemplar decisiones menos acertadas e historias mucho más rocambolescas.
Ahora proceded a la vivisección de vuestros especímenes, tenéis 1 hora, tras la cual recogeré todas vuestras anotaciones y procederé a una evaluación puntuable para la nota final.»
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