Facebook es la reina de las redes sociales pero también la más puñetera. Desde que salió a bolsa se ha vuelto un enemigo a batir y hay que hacerlo como sea. Ella busca la pela y nosotros llegar a vosotros sin gastar un céntimo, no sé si nos entendéis, así que cada día supone un reto nuevo que hay que superar sí o sí.
Tuvimos un viejo perfil que había llegado a los 300 y pico seguidores, que fue tumbado gracias a la denuncia de un anónimo al que le molestábamos. Levantamos la casa partiendo de 0. Miguita a miguita la hemos ido construyendo de nuevo, día a día, como decíamos antes, enfrentándonos a cada jornada como si fuese la última. De manera que J.A.V.I. 1 es una identidad entrañable pero ruda a la vez. Filosófica y literaria cuando se tercia y llana cuando le viene bien, pero ante todo es plural, hasta el punto de que hacen falta tres personas a su espalda para que parezca una plena, y trina, como diría aquél.
Tal vez por el asunto de la zancadilla, el consiguiente morrón y el ponerse de nuevo en pie, nuestra «presencia intuitiva» en Facebook tiene algo especial que no sabemos definir, pero que funciona igualmente a través de los eventos compartidos, las puntas de lanza de nuestra actividad o cualquier chorrada que se nos cruce en la mente, hasta el punto de que tras J.A.V.I. 3 (Twitter), J.A.V.I. 1 es la identidad más cosmopolita que tenemos, y basta mirar su número de «megustadores» para entender, que incluso siendo parcialmente ciego en pretensiones, sin vender motos ni hypes, existe a quien le gusta que compartas tus cosas sin querer parecer lo que no eres ni serás jamás.
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