Contra la extendida percepción de que los OVNI —comprendidos como Objetos Volantes No Identificados, es decir, sin calificarlos ni catalogarlos más allá de su propia definición— forman parte de la mitología occidental surgida a partir de la II Guerra Mundial, en base a la cual se afirma con bastante rotundidad que eran mayormente experimentos nazis que posteriormente han ido evolucionando en manos de las grandes potencias y bla, bla, bla, queremos aprovechar el envoltorio que rodea a nuestro Dogfight para permitir la inclusión de tan divertidos fenómenos en sus entrañas, en aras, fundamentalmente, de ampliar las posibilidades de diversión de aquellas partidas en las que nuestros pilotos de la Gran Guerra pueden encontrarse faltos de alicientes.
Ahora bien, como Dogfight es un juego de profunda raigambre histórica, lo menos que podíamos hacer era soportar históricamente nuestra aparente ida de olla, y es que amén de la cantidad de material al que podemos tener acceso y que hace referencia a la visita que pudo sufrir la Tierra por parte de seres o máquinas extrañas, que riegan lo mismo viejos textos sagrados que manuscritos medievales, disponemos además de una iconografía que da fe de ello, tan variada como impensable —el astronauta de Palenque, por ejemplo; o las figuritas con casco de Tassili; o los meteoros huecos y tripulados de los frescos del Monasterio de Decani; o las estrellas fugaces con ventanitas que aparecen en el Annales Laurissenses; o la Estrella de la Muerte que hace de telón de fondo en una estampa de Le Livre Des Bonnes Meurs; o el artilugio metálico que flota en el cielo sobre el hombro de la Virgen María en el famosísimo cuadro La Madonna con Saint Giovannino; o ese lunik que pisan Dios Padre y Dios Hijo en la Iglesia de Montalcino; etcétera—.
Bien, dejemos el asunto de las referencias, en que en la historia del ser humano a mucha gente se le ha debido ir la olla con esto de los OVNI, y centrémonos, ¡demonios, centrémonos!, concretamente en un hecho que tuvo lugar a pocos días del comienzo de la Gran Contienda, concretamente el 15 de febrero de 1914, unos meses antes de que el Archiduque Francisco Fernando de Austria fuese asesinado en Sarajevo en vil atentado.
Antecedentes: El OVNI de Chanco
Mucho antes del incidente de Roswell (1947), en la localidad chilena de Chanco tuvo lugar el que se considera el primer accidente de la era moderna de un OVNI sobre nuestro planeta.
Así lo atestiguan los numerosos testigos que juraron haber presenciado cómo un cilindro gigantesco y envuelto en llamas atravesaba el cielo bajo un gran estruendo. El asunto tuvo su eco en la prensa, y a la jornada siguiente el diario La Mañana (Talca) describía cómo un fenómeno celeste había surcado cinco minutos antes de las 06:00 pm del día anterior, los cielos de Chanco con dirección poniente a oriente, originando una humareda blanquecina a su paso que estuvo a la vista de los lugareños.
Lógicamente y a toro pasado, el suceso se atribuyó a un dirigible o aeronave en llamas, o incluso a un cohete... Pero no quedaba ahí la cosa, en Argentina (tierra vecina a Chile, como sabéis), se certificó el hecho siendo recogido en las páginas del mismo diario La Mañana tres días después, destacándose que los argentinos presumían que se había debido a la caída de un gran aerolito, cuestión que quedaba descartada porque a decir de los testigos presenciales, lo que fuese que fuera aquello, emitía un ruido como de motores y descendía lentamente pero más rápido que un aerostato o dirigible, aunque sin lugar a dudas era muchísimo más grande que cualquier avión conocido.
Escenario: La guerra
El asesinato del Archiduque de Austria (28 de junio de 1914), derivaría en el inicio del mayor enfrentamiento armado de la historia de la Humanidad, apenas un mes más tarde (28 de julio del mismo año). Estamos por tanto en un abanico temporal que hace plausible que el incidente de Chanco y el popio conflicto bélico compartan espacio y atmósfera.
Dicho lo cual, resulta asimilable que sucesos como los vividos en los cielos de la localidad chilena, pudieran tener lugar sobre el gran teatro operacional en el cual se desenvolvió la Gran Contienda, Europa, aunque por la premura impelida por los acontecimientos, de haber tenido lugar (es un decir), habrían quedado enmarcados en la lógica de la guerra y sometidos por tanto a las servidumbres de las respectivas propagandas. Lo que no impide que sigan siendo hechos extraordinarios que por su naturaleza, sin duda pudieron volver locos a sus protagonistas.
¿El enemigo con un arma definitiva? ¿Acaso un nuevo experimento?
Sustrato: Nadie sabe nada
Los inicios del siglo XX vienen enmarcados por una creencia firme en el empirismo. Así las cosas, lo que hay es lo que hay y no cabe darle vueltas. Que ves una nave con forma lenticular que adquiere una velocidad de vértigo en cuanto la apuntas con tu ametralladora... Sencillo, la Entente o la Alianza han tomado ventaja.
Si en el siglo XXI seguimos dale que dale intentando explicar multitud de cosas inexplicables, os quiero un cuento sobre el nivel de razonamiento que existía entre 1914 y 1918. Todo, todo era el enemigo, y más en plena medición de fuerzas, así que la presencia de OVNIs, más allá de su sustancia, era siempre entendida como una amenaza del otro, del rival, y por tanto, susceptible de ser contrarrestada o aniquilada, costase lo que costase.
El quid: Un OVNI no es un Fokker
Aquí hay que tener sumo cuidado por simple metodología. Un OVNI es una herramienta muy elaborada, venga de donde venga, mientras que un caza o un bombardero, no dejan de ser un montón de maderas, metal y tela, que no aguantan un suspiro por mucha forma de arma definitiva que tengan.
Dicho esto, el OVNI es un PNJ que juega siempre con ventaja, y en este sentido, el AJ debe utilizar a este último desde la perspectiva de que no conviene meter a Arnold Schwarzenegger armado con una Gatling en un jardín de infancia.
Vale que aparezca, que desaparezca, que vaya infinitamente más rápido que un Camel triplane, pero contención ante todo, porque en vez de a Dogfight, si perdemos la perspectiva, podemos terminar jugando a Mars Attack, cosa de la que no se trata, ni de lejos.
Contexto: El OVNI como incógnita
Las interrogantes son siempre beneficiosas para las partidas, y no hay por qué justificarlas, y menos por qué explicarlas.
Una nave extraña, pequeña, mediana o grande, con forma lenticular o mucho más elaborada, ha hecho acto de presencia en la zona de trabajo de una jasta o de una escuadrilla. Es el enemigo, sin duda, y hay que aniquilarla como sea. París, Londres o Berlín están en peligro porque hay sobre ellas algo grande que emite luces y parece amenazante...
Ha salido de la nada pero en Chanco se ha visto hace poco algo muy parecido y por tanto podría haber más. El hombre es el centro del universo, la creación más genuina y completa, y los aviones son su arma más elaborada a pesar de que no hay radio ni comunicaciones con la base. Reunión al amanecer. Plan de vuelo, definición de objetivos y a por ellos. Independence Day sobre la torre Eiffel, o sobre el Big Ben, o sobre el Reichstag. ¡Quien dijo miedo?
Nos leemos.
3 Comments
Mala idea no es. Si se sabe usar puede dar muicho juego... y cnvertir Dogfight en una version rolera de G-8 and his Battle Aces.
Muy buena idea, siempre se asocia la fenomenología OVNI a lo contemporáneo, pero si entramos en extraterrestres y tal, eso implica una escala astronómica (en su sentido literal) con lo que la historia pasa a ser un poco irrelevante, mas entrando en la antropología o la geología casí, si señor.
O dicho en plata; que un marcianito puede venir cuando le apetezca.
Y quien dice un OVNI también puede hablar de una invasión al estilo de La Guerra de Los Mundos de H.G. Wells
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