Examinando el progreso de la Operación Brittlehead, la forma de actuar del C.D.F.C. parecía distinta de la habitual. Multitud de detalles de la ofensiva no terminaban de cuadrar en lo estratégico. Antes de poder retomar su actividad, Heracles necesitaba saber más sobre aquello a lo que se enfrentaba. Para ello se puso en marcha la Operación Limbo: la intercepción y captura de dos altos mandos del Fifth Floor mientras volaban de los USA a Gran Bretaña en un jet privado. Los resultados de su interrogatorio fueron tremendamente reveladores.
El C.D.F.C. ya no existía como tal, ocupándose ahora el A.K.R.A. de sus funciones. Los Pactos de Brighton quedaban cancelados, no solo porque los hechos se los hubiesen llevado por delante, si no porque se habían acordado entre el C.D.F.C. y Heracles, no entre los Mutantes Libres y el gobierno federal. Los E.E.U.U. no reconocían a Heracles como interlocutor válido: de hecho ni tan siquiera reconocían su propia existencia. Desaparecido el C.D.F.C. el Pacto carecía de validez. Puede que se tratase de un legalismo sin importancia práctica, pero no por ello resultó menos insultante.
El limitado éxito de la Operación Limbo ayudó a elevar la moral de todos. Poco a poco Heracles reorganizó sus unidades, se puso de nuevo en pie y se preparó para reanudar la ofensiva contra su nuevo viejo enemigo. Kaufmann dejó la planificación en manos de los mandos de su organización y continuó con sus esfuerzos de apoyo a las tropas en el frente.
El contraataque se inició con muchas dificultades, siguió adelante con serios problemas y se estancó a los pocos días. Empezaba a quedar claro que, por todos los esfuerzos que se invertían, apenas se estaban consiguiendo resultados. Los mandos, angustiados por la creciente debilidad de Heracles, propusieron cancelarlo y concentrarse en defender lo poco que les quedaba.
Entonces Kaufmann en persona volvió a tomar las riendas. Hacía falta un último empujón, un último sacrificio. Cuando un escalador está a punto de coronar la cima de una montaña, en esos últimos metros de ascensión, llega un momento en el que el objetivo parece inalcanzable cuando en realidad se encuentra a muy pocos metros de distancia. Heracles se encontraba precisamente en esa situación. Había que seguir adelante.
Imposible saber si K1 pudo ver el futuro o si se guió por su intuición puramente humana. Quizás fue simplemente la desesperación del momento lo que le llevó a tomar esa decisión. La respuesta sería, en todo caso, irrelevante. Lo cierto es que, por una razón u otra, en el momento en que su prestigio llegaba a su nivel más bajo, cuando todo se derrumbaba a su alrededor, llegó la hora del éxito. Las nubes negras se abrieron y un rayo de sol, tímido y débil pero rayo de sol al fin y al cabo, empezó a iluminar a los Mutantes Libres. Ellos no podían saberlo, pero el plan de su Gran Enemigo se estaba desmoronando como un castillo de Naipes.
De Mutantes 3.
1 Comment
Nunca debieron de fiarse de los americanos...
Publicar un comentario