Cliffhanger es un experimento que no tiene precedentes. Su idiosincrasia es tan novedosa que no admite comparación con tal o cual libro de tales o cuales características o precio similar; se trata de una colección, repito: colección, la primera de este tipo que hemos podido ver en España. 

Ojalá fuese un esfuerzo puntual en el tiempo, porque así todo lo que se ha vertido acerca de ella tendría un mínimo viso de pertinencia, pero hay que recalcar que un producto compuesto de doce unidades por año requiere de unos parámetros mentales y editoriales que aún no se han explorado en nuestro sector.

Son doce mundos con doce aspectos únicos. Son doce textos, doce portadas y sus sesenta ilustraciones interiores que han surgido con la vocación de demostrar que un producto, por ser barato, no tiene que ser malo o amateur. Y esas doce unidades no nacen y se encadenan de forma gratuita, arcana o infusa, sino que su posición definitiva obedece a un criterio de dosificación periódica que contempla otros muchos factores, desde la elección de la temática, hasta la autoría, pasando por el tratamiento adecuado de un sistema común que sufre las variaciones que cada autor le imprime en el ejercicio de su soberanía creativa. 

¡Claro que habrá juegos que gusten más a unos que a otros, portadas que seduzcan más a los de allá que a los de acá y estilos interiores, de texto e ilustración, que provoquen gustos y disgustos según el terreno individual que hallen en el camino! ¡Ésa era la apuesta! Nadie ha dicho que todo tenga que gustar, y necios seríamos si tratásemos de justificar tal cosa. 

Antes he hablado de la soberanía creativa de los autores. Mucho se ha hablado también acerca de ellos y mucho es lo que han tenido que soportar por el mero hecho de colaborar con Ludotecnia. El caso es que, a pesar de todo y de todos, ellos siguen aquí, cada vez en mayor número y cada vez más convencidos de que están contribuyendo a algo no sólo necesario y nuevo, sino también bonito. Porque contener diez o doce egos y perspectivas únicas a la hora de crear, en un tarro de las esencias tan chiquitín como éste no es cosa fácil. Ha requerido de un enorme esfuerzo de generosidad por parte de los autores que debe corresponderse, forzosamente, con una respuesta proporcional de la editorial. Ya lo dijimos en la presentación en Madrid: nuestro modelo de trabajo es horizontal, comunitario, casi familiar, porque nos apetece que sea así, porque estamos cómodos, y porque funciona. 

Coordinar a tantas personas tan llenas de ideas se ha hecho sumamente fácil desde el respeto mutuo, desde el común entendimiento de lo que es el rol, su forma narrativa y su aplicación sistémica, o la plasmación visual de sus contenidos. Y el resultado no podía ser mejor. Tenemos ambientaciones de siempre con ese giro de un grado que las hace ligeramente distintas; nuevos entornos narrativos que explorar; más experimentos, en definitiva, ya que de eso se trataba. 

Cliffhanger no es sólo una experiencia de microgaming o un soporte ideal para trastear con ideas que no podrían abarcarse en un manual más ambicioso en su precio y formato, supone una forma nueva de dar salida a un material que siguiendo los cauces naturales que impone nuestro pequeño sector, raramente acabaría cristalizando en una publicación, pero que a través de nuestra línea ofrece una serie de propuestas asequibles en formato y precio, dignas en su continente y contenido, que pueden servir para tirar de esas tardes que no admiten épica, campañas o grandes gestas, pero en las que sí cabe que las ganas que tenemos de pasar el rato sirvan como punto de partida de algo diferente.

Cliffhanger es, en definitiva, nuestra particular aldea gala, donde nos sentimos cómodos y fuertes, por no decir irreductibles; un pequeño bastión donde experimentar a nuestra manera, jugando a que jugamos. Pero lo mejor de todo es que hemos sido nosotros, y nadie más, quienes nos hemos impuesto las 12 pruebas de Asterix, de las que puede que salgamos reforzados o no, pero de las que seguro que aprenderemos algo, o mucho, mientras nos divertimos.

Omar El Kashef, coordinador de Cliffhanger.

Las 12 pruebas de Asterix

Publicado el

jueves, 24 de febrero de 2011

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9 Comments
alberto_orco dijo...

No puedo hablar por otros, pero en lo que me toca me estoy hinchando a aprender de la iniciativa e intento empaparme de todos los aspectos de la misma, aunque os resulte molesto, coño.

Un abrazo a todas.

Abe dijo...

Sólo puedo decir una cosa: me divierto un huevo escribiendo para Cliffhanger. No sólo cobro alrededor de 170.000 neuros por libro, ¡es que encima me lo paso cañón!

Omar El Kashef dijo...

Abe, te has olvidado decir que ese montante es por hora... XD

Abe dijo...

Es que no quiero ofender a los que no cobran. X-DDD

Omar El Kashef dijo...

No, tú no eres quien los ofende XD

Bester dijo...

hay muchas ganas de tener Cliffhanger ya entre las manos seguro que será un éxito.

se que soy algo gañan pero ¿al final salen los dos primeros de golpe? mira que estuve en la presentación pero al final me he liado , pensaba que salía primero Dogfight y al ver el "1" en el lomo de "gañanes"...

gracias por anticipado...

saludos !

alberto_orco dijo...

Ja me maten y me corrijan pero hasta donde yo se, pobre esclavo de la maquinaria "creativa" de la editorial, salen ambos dos juntos y de la mano caminando hacia el mostrador...

El número 1 "Gañanes!!" y el number two "Dogfight". Luego vendrán, con periocidad aproximada de un mes, el resto empezando por "Roma".

P.D: Espero que puedas aguantar el tremendo desembolso de 7 euros por dos juegazos de rol el primer mes.... XD XD XD

Abe dijo...

Tú lo has dicho: dos juegazos, eso es lo mejor ;-)

Delfos dijo...

170.000? Qué barato te vendes!!

Por la parte que me toca, y aunque todos sepamos las fantasías con empaparse que tiene alberto, también disfruto con cada paso de cada momento. Además de todo, esto me está sirviendo para pulir cosas, que nunca se dice pero siempre está bien tener presente.

¡Un abrazo!