Con la pinta de Travis Bickle sólo se puede triunfar en según qué sitios, en otros, fijo que te sacan a patadas. Nótese que hemos dicho «con la pinta de», porque como seas como el bueno de Travis sólo triunfarás al volante de tu Checker Taxi Cab, frente al espejo o en algún otro oscuro lugar, y la lógica nos indica que lo más seguro será que no haga falta que te saquen de ningún lado porque jamás te dejarían entrar.
Los títulos de los libros son como las personas —mejor dicho, como la presencia de las personas—, de manera que ponemos sumo cuidado en elegirlos bien, no sea que toque uno sin afeitar y desaliñado para sintetizar un texto elegante y fino, o en su caso, otro inmaculado y bien peinado para servir de puerta de entrada a un juego con temática turbia o directamente negra.
Hay quien piensa que son una tarjeta de visita, pero por suerte las tarjetas se pierden mientras que los títulos acompañan siempre a sus libros, por ellos se les recuerda, a ellos se recurre para señalarlos con el dedo o en la memoria... En fin, consideramos que son un asunto siempre trascendente y bastante sucio, como los motes, porque se manosea una y otra vez antes de saltar al vacío, ponerlo sobre la ilustración de portada y cruzar después los dedos rezando para que hayamos acertado.
En Cliffhanger, además, tienen que ser cortos por imperativo de lo pequeño de su formato, de forma que os podéis ir imaginando las vueltas que damos con ellos hasta que nos convencemos y comenzamos a anunciarlos. Aunque a veces suceden milagros y los títulos surgen del propio texto, como ocurre... Bueno, mejor lo veis vosotros mismos. Os dejamos con el ganador del concurso Cazatalentos'12, con Jokin Martínez, y ya nos vais diciendo qué título sería el más adecuado.
«No sé muy bien cómo va esto de escribir un diario. Tampoco tengo muy
claro por qué lo hago. Supongo que es una salvaguarda para proteger a
Mary por si me pasara algo, sobre todo ahora que el bebé está a punto de
nacer. O quizá simplemente necesito ser sincero conmigo mismo y
confesarme. No podría ir a decirle esto al Padre Sean. Esta situación se
me está yendo de las manos.
Entrar en el clan de los irlandeses era lo lógico para un chico hijo de un estibador. La calle era mi casa y mi casa solo el sitio donde comía y dormía. Un tipo duro papá. Nunca habló mucho pero desde la muerte de mamá se sumió en un silencio que lo consumió. La abuela hizo lo que pudo pero el clan realmente fue mi familia. Aunque ya no sé si lo es. Esto no me gusta.
Hoy es el quinto aniversario. No de mi boda. Hace cinco años maté por primera vez. Era un italiano, poco más que un crío, que robó lo que no debía. No quería matarlo pero le di demasiado fuerte. No es el único muerto de mi lista pero sí el único que aún me busca en la noche. Fue entonces cuando comencé a practicar en serio con la pistola. Entonces sabría seguro a quién mataba y a quién no. Y, desde entonces, no me he equivocado nunca.
En mi último trabajo creo que me vieron, que alguien sobrevivió y me vio. No lo sé seguro pero ya he empezado a guardar información que he ido recopilando para asegurarme de que si me pasa algo, se arrepientan.
Hoy ha escrito en el periódico ese idiota que me puso el mote de La Sombra Roja. Tengo el primer recorte por alguna parte aunque me sé el titular de memoria: Un ajuste de cuentas deja una sombra roja en el puerto. Pero está bien tener una seña de identidad, se me ha ocurrido hacer un cambio en mi querido .44, a juego con mi pelo.
Casi no vuelvo. ¡Qué estúpido! Cualquier imbécil con un arma puede tener su día de suerte y ese payaso ruskie casi me mata por no estar atento. Menos mal que las manos de Trevor manejan el bisturí y la aguja como nadie. Por suerte es la primera vez que me pasa y puedo contarle cualquier historia a Mary.
Ese cabrón tenía una puntería impresionante, menos mal que me cubrían o la bala que me ha rozado la cabeza no hubiera sido la última que me disparara. Tengo que dejar esto de una manera u otra. Casi he recopilado todo lo necesario para asegurarme de que nos dejen en paz. Ya va siendo hora de que La Sombra Roja enfunde su arma.
No me creo lo que he descubierto. Ese bastardo de AS nos va a vender. Después de lo que le hemos ayudado contra los rusos, a pesar de haberme jugado la vida, nos va a vender. Pero no tengo pruebas todavía. Los demás no me van a creer sin algo concreto pero sé que tengo razón. Mierda, se lo he oído. Sé que era él, ese tono de voz es inconfundible. Y ahora no tengo manera de seguirle sin llamar la atención.
Lo sabe. Tengo que arreglar esto esta noche antes de que él venga por mí.»
Entrar en el clan de los irlandeses era lo lógico para un chico hijo de un estibador. La calle era mi casa y mi casa solo el sitio donde comía y dormía. Un tipo duro papá. Nunca habló mucho pero desde la muerte de mamá se sumió en un silencio que lo consumió. La abuela hizo lo que pudo pero el clan realmente fue mi familia. Aunque ya no sé si lo es. Esto no me gusta.
Hoy es el quinto aniversario. No de mi boda. Hace cinco años maté por primera vez. Era un italiano, poco más que un crío, que robó lo que no debía. No quería matarlo pero le di demasiado fuerte. No es el único muerto de mi lista pero sí el único que aún me busca en la noche. Fue entonces cuando comencé a practicar en serio con la pistola. Entonces sabría seguro a quién mataba y a quién no. Y, desde entonces, no me he equivocado nunca.
En mi último trabajo creo que me vieron, que alguien sobrevivió y me vio. No lo sé seguro pero ya he empezado a guardar información que he ido recopilando para asegurarme de que si me pasa algo, se arrepientan.
Hoy ha escrito en el periódico ese idiota que me puso el mote de La Sombra Roja. Tengo el primer recorte por alguna parte aunque me sé el titular de memoria: Un ajuste de cuentas deja una sombra roja en el puerto. Pero está bien tener una seña de identidad, se me ha ocurrido hacer un cambio en mi querido .44, a juego con mi pelo.
Casi no vuelvo. ¡Qué estúpido! Cualquier imbécil con un arma puede tener su día de suerte y ese payaso ruskie casi me mata por no estar atento. Menos mal que las manos de Trevor manejan el bisturí y la aguja como nadie. Por suerte es la primera vez que me pasa y puedo contarle cualquier historia a Mary.
Ese cabrón tenía una puntería impresionante, menos mal que me cubrían o la bala que me ha rozado la cabeza no hubiera sido la última que me disparara. Tengo que dejar esto de una manera u otra. Casi he recopilado todo lo necesario para asegurarme de que nos dejen en paz. Ya va siendo hora de que La Sombra Roja enfunde su arma.
No me creo lo que he descubierto. Ese bastardo de AS nos va a vender. Después de lo que le hemos ayudado contra los rusos, a pesar de haberme jugado la vida, nos va a vender. Pero no tengo pruebas todavía. Los demás no me van a creer sin algo concreto pero sé que tengo razón. Mierda, se lo he oído. Sé que era él, ese tono de voz es inconfundible. Y ahora no tengo manera de seguirle sin llamar la atención.
Lo sabe. Tengo que arreglar esto esta noche antes de que él venga por mí.»
1 Comment
Los titulos son esenciales... son la portada de un libro en palabras. y una portada ayuda muchisimo.
Sobre lo que dice Maese Jokin... Huelo sangre para ese personaje, me temo. mucha sangre
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