El hombre, por naturaleza, es malo. Es un cazador insaciable, un conquistador tozudo y un conspirador nato. Su verdadera aspiración consiste en expandirse para convertirse en la especie dominante, adaptando todo lo que le rodea a su forma de vida, y si no lo consigue, simplemente lo destruye. Pero tiene una grave limitación, no dispone de afilados colmillos ni de peligrosas garras con las que despedazar a sus enemigos, ni siquiera con las que defenderse cuando él es la presa, porque su piel es fina y débil y su carne blanda, vulnerable y apetecible.
Esto que en principio podría parecer un problema sin solución aparente, fue resuelto por el ser humano como si de un desafío a su inteligencia se tratara, y no tardó mucho en desarrollar instrumentos y herramientas que le ayudarían en sus tareas diarias, ropajes que le cubrirían del frío y las agresiones, y por supuesto, armas y protecciones que le permitirían sobrevivir y matar.
Al principio de los tiempos las armas consistían en rudimentarios pedazos de piedra tallados para que uno o más bordes resultaran cortantes, palos afilados y endurecidos mediante el fuego o incluso huesos y troncos que podían ser utilizados como garrotes.
Con el paso de los siglos estos toscos instrumentos se fueron perfeccionando. Los diferentes materiales usados hasta entonces comenzaron a ser utilizados de forma conjunta, de manera que se obtuvieron armas más mortíferas y precisas. La evolución de la técnica de tallado durante generaciones de cazadores y guerreros, daría como resultado puntas más afiladas y resistentes, filos más cortantes y formas más contundentes.
Sin embargo, el proceso de mejora resultaba lento y a menudo se tardaban varios siglos en introducir un avance que resultase realmente eficaz. Esta situación cambió radicalmente con la aparición del hombre de cromagnon sobre la faz de la tierra, pues poseía una habilidad manual extraordinaria y una inteligencia y capacidad de razonamiento jamás vistas.
Así, empezó muy pronto a destacar por su facilidad para fabricar utensilios de gran calidad y armas dotadas de una letalidad apabullante, y sin limitarse sólo a mejorar diseños existentes, sino creando algunos nuevos, entre ellos, el arma que cambiaría la prehistoria y le daría una supremacía incontestable sobre los animales y habitantes del planeta: el arco y la flecha.
De Edad de Piedra.
4 Comments
Genial. Me parece genial.
Y yo me pregunto. ¿Los concursantes que han sido descalificados han sido notificados de ello? O se quedará la cosa como "no ganadores" y listo.
Buenos días ;)
Jon ;) El mérito es de Alberto Fernández, y sí, es una gozada ;)
AOH/Rasczak ;) He sido jurado en varias ocasiones y no se comunica a nadie nada, salvo a los ganadores, obviamente. Cada cual sabe cómo ha concursado, y si las bases no se han respetado hay que arrear con ello ;)
Un abrazote
Jose
No conocía yo esas cosas, porque casi nunca he sido participante y jamás jurado (alguna vez verdugo). Las convenciones sociales y estructurales de estas cosas se me escapan a todos los niveles. XD
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