—Quita eso de ahí...
—¿Por qué?
—¿Por qué?
—Porque me molesta. Quítalo, por favor...
—Si tanto te molesta quítala tú mismo...
—En serio. Quítalo.
—Ya te he dado una razón: te he dicho que me molesta.
—No me jodas, esa no es una razón, son ganas de tocarme los huevos.
—Tío. En Serio. Quítalo...
—Tú dame una razón y yo la quito.
—Está bien, te voy a dar una razón. Es más, no te voy a dar una, te voy a dar dos. Primero, que me jode el asunto y que te estoy diciendo que lo quites, y punto. Y segundo, que me niego a dormir al lado de una mina antipersonal.
—No son dos razones, son tres, y te he dicho que me dieras una...
—¿Quieres dejar de tocar las pelotas y quitar eso de ahí?
—Vale, me parece bien como argumento, pero no la voy a quitar. Ahora en serio. La he puesto ahí por algún motivo, ¿no te parece?
—Todo lo contrario...
—Mira, gilipollas. Te agradezco de veras la buena intención, pero si no sabes cómo funciona una Claymore, mejor que no la toques. Dime lo que está escrito en este lado.
—¡Hostia. Perdona tío...!
—No. Perdona tío, no. Dime lo que pone.
—Eh… THIS SIDE TOWARDS ENEMY.
—¿La vas a quitar o qué?
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