Se acerca una fecha temible: el 1 de septiembre. Los precios van a subir 21 pisos de golpe y bajo nuestros pies desaparecerá parte del suelo que pisamos ahora.
No me malinterpretéis, he retornado cargado de energía y me siento alegre, al menos lo suficiente como para mimetizarme a la perfección con el estado de euforia que parece empapar nuestro mundillo, lo que no es óbice ni cortapisa para que recuerde que en tiempos mejores, una crisis menos voraz que ésta, extirpó de la faz de la tierra lo que la vieja guardia llama Edad Dorada del Rol.
Al comienzo desaparecieron algunas tiendas y se evaporaron algunas distribuidoras. Nadie hizo demasiado caso... A finales de 1995 comenzó el repliegue. Las tiendas que quedaban en pie comenzaron a seleccionar lo que compraban y dónde apostaban, mientras otras seguían sucumbiendo o agonizaban. En 1996 o 1997 (estoy mayor, disculpadme), Wizard of the Coast vino a salvarnos a todos aunque modificando el mundo a su entera semejanza...
Después de aquello, vino lo que tenemos, un espacio que no ha sabido restañar las viejas heridas y que en vez de ganar, ha ido perdiendo terreno porque aunque habiendo crecido, nuestro mercado sigue siendo pequeño.
Total, que la que viene a partir del sábado próximo va a ser de aúpa. Estamos más débiles que a comienzos de los 90 del siglo pasado y los eslabones del entramado que nos sustenta a todos: aficionados, tiendas, distribuidoras y editoriales (todas, desde las alternativas a las otras), se muestra más endeble que nunca. No, no pinta bien la cosa por mucho que escondamos la cabeza en el suelo como el avestruz.
La buena noticia es que sobrevivimos en aquél entonces gracias a la afición y al empeño de un puñado de locos. Afición parece que hay en abundancia aunque sus bolsillos hayan sido roídos por los ratones, y locos seguimos teniendo, gracias a Dios, de manera que no soy pesimista.
Será duro, sin duda, pero seguro que dentro de tres años seguimos discutiendo sobre el sexo de los ángeles, mirándonos el ombligo, y doy por descontado que lo haremos sin haber resuelto los problemas que quedaron sin resolver cuando aquello que os contaba antes, cuando las tiendas dejaron de apostar porque los aficionados dejaron de apostar y las editoriales dejaron de asumir riesgos, cuando Internet no hacía falta y sólo era necesario soñar un poco.
Sé que viviremos para contarlo, lo que no me impide echar el rato esta tarde, recordando que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y que quien no conoce su historia está condenado a repetirla ad nauseam.
Os leo.
2 Comments
¿Que puedo decir? Solo que espero que la cosa mejore, por inocente que suene...
Mira, esto es como todo: estoy hasta los mismísimos iguales de gente que espera que otros resuelvan sus vidas. Hay quien espera que sea Alemania, hay quien espera que sean los funcionarios, hay quien espera que sea Wizards, hay quien espera que sea Dios.
Todo está perdido. Somos cadáveres que andan, zombis que no lo saben. Dos hombres, un fusil. Si uno cae, el otro coge el arma. Toma tu arma y pelea. Escribe y publica. No sabes hacer otra cosa.
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