Y así las cosas, con la Tierra hambrienta de materias primas, combustibles y nuevas rutas comerciales, el Conglomerado posó su vista en las estrellas. Con esfuerzo y tesón fue colonizando poco a poco el Sistema Solar, fundando bases y colonias más o menos permanentes, en todo cuerpo celeste susceptible de ser explotado económicamente. Pero nada podía satisfacer la avaricia de la poderosa organización.

Con buena parte de su propio sistema colonizado, los ingentes engranajes de la maquinaria dictatorial seguían pidiendo más. Reclamaban el universo, el vacío, la eternidad. Los científicos del Conglomerado se pusieron manos a la obra con el único objetivo de dar con la tecnología que permitiera los viajes entre sistemas y galaxias ya que, con los sistemas de propulsión del momento, esta empresa era imposible. Como en todo lo demás, el éxito no se hizo esperar.

Apenas habían pasado seis décadas desde la fundación de la primera colonia permanente en Marte y el Conglomerado ya tenía en su poder una tecnología capaz de poner en la palma de su mano el espacio infinito. Sin embargo, algo perturbaba el plácido sueño de la dictadura, sembrándolo de violentas pesadillas de rapiñas, estraperlo y violación de directrices. Los piratas.

Temiendo que las Siete Casas, fortalecidas desde el inicio del comercio espacial, se hicieran con la nueva tecnología y se diseminaran a lo largo y ancho del universo, imposibilitando su erradicación, el Conglomerado tomó una decisión tajante: había que erradicarlas. Tras declarar el estado de excepción y máxima alerta en todo el sistema, movilizó su ingente ejército al completo, iniciando un periodo que sería recordado como «La Purga».

Tras más de dos años de cruzada, los resultados no podían ser más satisfactorios. A tenor de las evidencias, las Siete Casas Piratas habían sido prácticamente aniquiladas y, durante el proceso, todos los elementos no afines al régimen habían seguido el mismo destino. Pocos piratas escaparon a esta caza de brujas, y de entre los que lo hicieron, muchos fueron localizados en los años siguientes. La piratería, tal y como se conocía hasta el momento, había llegado a su fin.

Dotado de la tecnología necesaria para conquistar el universo, y con la lacra de la delincuencia superada, el Conglomerado afrontó el inicio del siglo XXIV con la vista puesta en un horizonte sin límites, lleno de retos y oportunidades, que traería un nuevo amanecer a la humanidad.

A su humanidad.

De Piratas del vacío.

¡Ron, ron, ron, la botella de ron!

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miércoles, 29 de agosto de 2012

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1 Comment
Deka Black dijo...

Vamos, que no quedó vivo ni el grumete. Vaya escabechina debio de ser esa. Una distopia ciertamente interesante, la verdad.