A colación de lo que expusimos ayer aquí mismo, vamos a analizar críticamente dos nuevos aspectos de la propuesta de Abelardo en Mininos en la Sombra, con la intención de tomar pie en ellos para avanzar en el desarrollo de «MiELS Dark Side».

Y vamos a comenzar por la ciencia, la magia de nuestro tiempo. Una magia menor, sin duda, pero magia al fin y al cabo. Creemos en ella o no creemos, y aun creyendo, a veces no es capaz de explicar lo que está sucediendo.

CIENCIA
«Chucky es un gato enormemente feo que vive en el patio trasero de un restaurante italiano del Soho en Nueva York. Ni siquiera forma parte de Uñas y Dientes, pero un día tuvo la fortuna de atrapar a una rata particularmente gorda que devoró inmediatamente. Esa rata era un agente especialista del Ratiperio. Cuando Chucky regurgitó su siguiente bola de pelo encontró en ella un misterioso objeto brillante. Un amigo, confidente de U&D, lo vio y se dio cuenta de que era un microchip con el logo de SFM. ¿Qué hacía una rata de Nueva York con un chip de SFM?»

La ciencia nos ofrece en nuestra vida cotidiana un bienestar y unas facilidades que apenas eran capaces de concebir nuestros antepasados fuera de sus más alocados sueños. Sin embargo, como la vida, puede tener un lado muy siniestro. En MiELS, un juego donde la tecnología resulta importante, la ciencia obviemente tiene su lugar aunque es presentada envuelta en misterios y velados secretos (25.000 palabras no da para más). Ahora bien, si todos somos conscientes de las atrocidades desarrolladas por unas criaturas aparentemente  morales como los humanos… ¿Hasta dónde puede llegar una organización formada por una raza inteligente sin el más mínimo sentido de la moral, ni por supuesto escrúpulo, como El Ratiperio? 

A lo largo del juego básico se deja entrever que los hombres, supuestos señores y amos del mundo, han sido discretamente manipulados tanto por los gatos como por las ratas, y más recientemente por los perros del Hundenblock. Por lo tanto, ¿qué impide realmente que las primeras y sus aliados hayan tenido su propia base de investigación científica para lograr esa victoria o factor decisivo en la guerra secreta que el mundo animal lleva milenios librando? ¿Qué monstruoso plan se está llevando a cabo en el horno de los inteligentes y malvados científicos del Ratiperio: guerra química, manipulación genética?¿Puede estar el Hundenblock buscando el «perro perfecto», una máquina diseñada y desarrollada para la más ciega de las lealtades y con unas facultades físicas inauditas? 

Con este nuevo frente abierto, resulta hasta cierto punto lógico pensar que nada que quepa en nuestra imaginación quede fuera del alcance de nuestras aventuras. Ahora bien, la ciencia, como la magia, también tiene sus normas y conviene que no las perdamos de vista.

EL ENEMIGO DENTRO
«No todos los gatos que veas son miembros de U&D, ni siquiera la mayoría, aunque si saben lo que les conviene acabarán siéndolo. Muchos gatos viven libres e independientes (que es como a ellos les gusta vivir, teniendo poco que ver con nadie más), pero la libertad y la independencia tienen sus riesgos y, a veces, la organización no puede estar allí para salvaguardarlos.»

MiELS no señala directamente la posibilidad de que existan traidores entre los gatos, aunque abre sutilmente la puerta para que podamos incorporarlos a nuestras historias. Aunque bien pensado, también puede ser que su existencia sea un secreto que los altos jerarcas de Uñas y Dientes no desean que sea conocido, en todo caso, «MiELS Drak Side» cuenta con ellos, con felinos que reman contracorriente porque han sido tentados y han caído en las redes del lado oscuro…

Los gatos, como se dice de ellos en muchas ocasiones a lo largo del juego, son muy individualistas, cosa que cualquiera que conviva con felinos domésticos sabe de sobra. Entonces, ¿por qué no pueden ser también ambiciosos hasta el punto de volverse desleales? ¿Podría existir una alianza antinatural entre tres especies enemigas a lo largo de los siglos? Quién sabe... Puede que algún felino vaya demasiado lejos en pos de los dictados de su ambición. Quizás, sólo quizás, la curiosidad no mató al gato, pero si lo corrompió.

Nos leemos.

Igor Arriola, Málaga, a 26 de agosto de 2013.