Hubo una era en la cual los Juegos de Rol eran sinónimo de comunicación, creatividad y cooperación, las tres «C» míticas que nos permitieron abandonar el agujero para tratar de tú a tú al cómic y la literatura. Pero llegó «La Noche del Dragón» y el mundo cambió radicalmente, la afición se convirtió en una raza de coleccionistas que dejaron de jugar para sentarse a contemplar sus juegos, convenientemente ordenados por colores o tamaños en las estanterías de sus casas, etiquetándose así como «jugones» precedidos por la inevitable almohadilla del «hashtag» que indica que son tipos curtidos, viejunos, que han sabido adecuarse a los nuevos tiempos.
Oliver Bueno, afilado analista y atento a lo que le rodea, tipo inquieto como pocos, nos brinda en Mundo Eterno una metáfora dura de lo que significa vivir sin renunciar a ser como queremos. Nos propone que seamos Oráculos, guías espirituales de una Humanidad que perdió la luz hace milenios y camina ciega porque ha claudicado de sus principios.
Bien, te interesa un comino por qué los dragones consiguen elevarse del suelo. Te da lo mismo si vuelan por impulso muscular o como les ocurre a los peces, porque disponen de una vejiga llena de gas que contrarresta la fuerza de la gravedad.
Sea como fuere, Mundo Eterno te los ofrece en varios colores y con sus propias peculiaridades, como si fuesen cartas LCG. ¡Elige uno, coño! ¡Elige tu destino, tu don de la profecía. Si sueñas en blanco y negro o en colores, si llevas razón o los derroteros de la aventura te la quitan! ¡Comunícate, crea y arrima tu hombro a quien comparte contigo la mesa de juego! ¡Recupera las raíces de todo esto aunque sea en Nochebuena! ¡Pasa el rato, pero sobre todo, juega en vez de mirar lo bonito que lucen los juegos que tienes en tu estantería!
Eres rolero, ¿no? Mundo Eterno es tu juego.
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