Hasta que definitivamente nos pasemos a la fibra óptica este próximo otoño (Movistar todavía no cubre con esta tecnología la zona de Gorliz), los tradicionales problemas de comunicación electrónica que aquejaban nuestro cuartel general parece que nos van a dar un respiro.

Durante la tarde de ayer, nuestro técnico de cabecera, quien casi forma parte del staff de la casa porque ha sido quien nos ha cambiado tres veces de modem el mes pasado, decidido a resolver de una vez por todas la extraña anemia de bits que veníamos sufriendo desde que los veraneantes tomaron al asalto la pequeña localidad costera donde tenemos el domicilio social, se introdujo en los sótanos del edificio para encontrar rápidamente el cuarto donde están situados los cuadros de conexiones telefónicas.

Apenas veinte minutos más tarde salía a la superficie con cara de satisfacción et voilà!, a partir de ese mismo instante la normalidad volvía a reinar en el «headquarter». No obstante, os recordamos que «la normalidad» sigue estando radicada en una población que sobrepasa por poco los 5.000 habitantes en otoño, invierno y primavera, y que cuadruplica su densidad humana en verano, lo que sin duda nos grangeará algún susto que otro en cuanto a comunicación electrónica se refiere, aunque esperamos y deseamos que ninguno sea como los que hemos vivido hasta prácticamente ayer.

En cuanto a lo de la cobertura del móvil no hay novedades, así que si Dios no lo remedia, seguiremos dependiendo de las capas de la atmósfera y de si los satélites han hecho bien la digestión o no.

Nos leemos.

De conexiones y satélites

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martes, 6 de agosto de 2013

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