Le habíamos cogido cariño a esta serie interminable de entradas, pero toca terminarla hoy precisamente, destruyendo, eso sí, el decimoquinto mito que rodea Cliffhanqué, que afirma nada más y nada menos que si lees uno de los libros de la colección [cualquiera] en sentido inverso (del final al comienzo, se entiende), se descubre un mensaje cifrado que avisa del fin del mundo o recita un verso satánico.
Por nuestra parte hay que decir que no nos vamos a poner picajosos, así que si alguien se siente lo suficientemente valiente como para intentarlo siquiera, le animamos a que lo pruebe y después nos cuente qué tal le ha ido, que a lo peor entre corrección y corrección, entre café y café a altas horas de la noche, se nos ha escapado una cuarteta de Nostradamus o un hilo de noche maya.
Quién sabe si leídos al revés, nuestros Cliffhanqué dejan de estar articulados alrededor del sistema Madre y en cambio funcionan con el sistema Padre, o Tío o Tía, o Abuela... Lo que sí os rogamos es que ni se os ocurra hacerlos sonar a 45 rpm., ya que han sido paridos para destilar sus sonidos más arcanos a 33 rpm., como las grandes óperas o los gigantescos poemas sinfónicos que dibujaron nuestros ancestros. Además, colocados sobre el plato del tocadiscos sólo servirían para destrozar la aguja porque no tienen agujero como los saldos de Halloween de La Factoría.
En este sentido, cabe recordar que sería un sacrilegio someterlos a un trabajo para el que no han sido programados, pero allá vosotros. Es un aviso; cada cosa debe estar en su sitio, entendednos, pero si hay que ir se va, porque ir pa'ná es tontería.
Nos leemos.
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